Melancolía invernal
Son las diez menos cuarto de la mañana del domingo. Es un día gris plomizo.
No hay horizonte. No se oye un ruido. No se ve a nadie por la calle. Veo una
paloma mantuda posada en lo alto de la chimenea del tejado de enfrente. Un
gorrión ha llegado hasta una maceta de mi ventana, se ha posado en el borde y
se ha marchado sin ni siquiera intuir que yo le miraba. Apenas alcanzo a ver la
silueta de la torre difusamente recortada entre la bruma. Ahora es una urraca
la que ha llegado al alero del tejado de enfrente, en vuelo muy discreto, puses
no la vi llegar. La paloma se fue y ella parece triste. Me quedo mirando fijo
hacia donde ayer estaba el cielo y mi pensamiento se diluye en el gris,
mientras la melancolía empieza a poseerme.
Y me dejo llevar…
Félix
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