dissabte, 28 d’abril del 2012

Morir (Adagio)



Un cuchillo tiene filo de eternidad.
Un proyectil, aristas de esfinge.
Un veneno, píldoras de ciprés.
Un cáncer tiene arterias de infinito.
Un asco, vómitos de mármol.
La vejez, birrete de crespón.

La muerte está dormida en el ombligo,
desde la nana primera de mi cuna.
Se quedó al calor de mi sangre hecha gotillas,
al olorcillo del talco y la colonia.

Pero todos o cualquiera son cordón umbilical
que no se perdió, que no se pudrió.
¡Infelices!, nadie supo dónde fue a parar.
Y viene. El Dedo dispuso que venga de nuevo.
Llamémosle cuchillo, proyectil, veneno,
llamémosle cáncer o asco o vejez.

Conexión perfecta: lo eterno, la esfinge, el ciprés,
el mármol, crespón, lo infinito…
Y la muerte despierta y te enclaustra otra vez
en la tierra que es vientre de madre.
La cuna no es cuna que es foso.
Y la nana…no es nana.


Félix

dimecres, 11 d’abril del 2012

Pellizco




El pueblo y su alma,
el puente y el río,
el pico, la loma,
la trocha, el camino,
el trébol, la espiga,
la flor del tomillo.



La fuente y la sombra,
el cuervo y su nido,
la luz, la campana,
el yunque, el martillo,
el huerto y la menta,
la dehesa y el pino.

La oveja y su cría,
la yegua, el potrillo.
El pan recién hecho.
El saludo amigo.
Estrellas clarísimas
en un cielo limpio.
Mi gente entrañable…
Recuerdo…pellizco.


Félix

dimarts, 3 d’abril del 2012

Romance del primer amor




Romance del primer amor

En un caluroso agosto
de recuerdos tan lejanos
irrumpisteis en el pueblo
en dos viejos carromatos.
Parasteis en la placeta
junto a la fuente de caños.
Antes de que el alguacil
nos pregonara su bando,
os rodeamos los niños
y sentados en el banco
cuchicheaban risueños
y observaban los ancianos.
La noticia en un momento
de casa en casa ha volado:
“esta noche habrá función,
titiriteros llegaron”.


Exóticos descendisteis
diez o doce, no sé cuántos
y en medio de todos ellos
destacaron tus encantos.
Aunque era muy niño entonces,
tal vez tenía nueve años
y tú, al menos me doblabas
calculando por lo bajo
en edad y en estatura,
me quedé tan embobado
mirando tu pelo rubio
y tus ojos azulados,
aquel pecho exuberante,
aquel rojo de tus labios,
aquellas piernas tan largas
y aquel talle tan menguado
que de nadie más me acuerdo
de los que había a tu lado,
para ti sólo tuve ojos
quedándome enamorado.

Fuiste Isabel y Julieta
fuiste Inés, fuiste Rosario,
Beatriz fuiste y Teresa,
fuiste Genoveva a ratos.
¡Qué palabras tan bonitas!
¡Qué bien movías las manos!
¡Qué bien reías las risas!
¡Qué bien llorabas los llantos!
¡Qué bien morías las muertes!
¡Qué bien amabas amando!
¡Cómo envidiaba al galán
que aparecía a tu lado,
torturándome de celos
cuando besaba tus labios!

Cuando a mi casa volvía
en mi soledad cercado
soñaba dormir contigo
y despertar en tus brazos.
El sueño no conciliaba
ni rezando a todos santos,
sorprendiéndome despierto
el primer canto del gallo.

Por siete días te vi
tarde y noche en el teatro,
al octavo día justo
otra vez los carromatos
reemprendieron la marcha
y con ellos tus encantos.
Me quedé herido de amor
y en mi herida desolado.
No supo nadie, ni tú
que esa mañana temprano
cuando salisteis del pueblo,
caminé durante un rato
manteniendo la distancia
pero muy desesperado
con el corazón herido
siguiendo los carromatos.


Félix