Bodas de sangre en los cuerpos

Carromato del amor,

ruedan errantes las almas.

Pasión y embrujo gitano

al ritmo de una guitarra.

Aire, lluvia, fuego y sol

en su piel aceitunada.

Bodas de sangre en los cuerpos

bajo la luna callada.

Félix

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Cadenilla (II)

Idea:

reliquia parida.

Parida:

mujer rota en dos.

Dos:

tú y yo.

Yo:

y griega y o latina.

Latina:

musa del deseo y sol.

Sol:

tintero derramado en oro.

Oro:

fósil corazón.

Corazón:

máquina de escribir la propia vida.

Vida:

un suspiro y otro suspiro.

Suspiro:

escapa el aire del cántaro.

Cántaro:

mujer decapitada y sin piernas.

Piernas:

bigrama para melodía parcial.

Parcial:

casi lo que es.

Es:

cuño de eternidad.

Eternidad:

peonza girante.

Girante:

mareada veleta.

Veleta:

inocente puñal de grises cielos.

Cielos:

¿mudas o armoniosas sinfonías?

Sinfonías:

plural de una virgen hecha nota.

Nota:

fusa, semifusa, blanca, negra…

Negra:

ritmo moreno de espíritu y de carne.

Carne.

creadora con carne de carne nueva.

Nueva:

espejo femenino sin recuerdo.

Recuerdo:

camiseta de verano, camiseta de invierno y un cangrejo.

Cangrejo:

charanga de solapas.

Solapa:

paloma extendida junto al cuello.

Cuello:

acueducto del “soma” a la idea.

Idea:

un eslabón.

He trabado mi potrillo retozón.

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Las esquinas del hombre

¿Por qué sólo vemos las esquinas
del hombre
por las esquinas?

Huios
los hombres,
por las esquinas de los hombres,

Conejos
los hombres,
de los hombres huidos
por las esquinas.

Y, conejo,
el hombre
del conejo huido.

Félix

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Pero tú, sobre todo

Vosotros, los que sois amigos míos

desde aquella niñez tan lejanísima,

los de la adolescencia y juventud,

los de la profesión y devociones.

Vosotros con los que hablo cada día

y también con aquellos que no veo

hace un porrón de años,

pero que estáis ahí, bien lo sé yo.

Vosotros, mis amigos virtuales,

que sois muchos y buenos,

parece hasta mentira.

Pero tú, sobre todo, amiga mía,

la mejor y más dulce,

con la que tuve hijos,

con la que caminé codo con codo

por un sendero amable,

evitando las zarzas

y recogiendo flores...,

Sabed todos vosotros

que la vida me sigue siendo amable

porque os siento a mi lado;

y al pensaros me digo:

da las gracias, muchacho, que en verdad

tuviste mucha suerte.

Félix

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Mis poemas

Fíjate que digo “mis poemas”

y no son míos ya, se emanciparon

como hacen nuestros hijos

cuando quieren ser ellos

y se nos van de casa, porque quieren

regir y pilotar su propia vida.

Escucha y oirás cuando los leas,

no tanto cuanto dije

sino lo que ellos digan.

Aunque tengan voz propia, sin embargo,

les seguiré llamando: “mis poemas”

sin que ellos se enteren.

Félix

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Benditas horas (luna becqueriana)

No ha venido esta noche mi Luna,

los suspiros son copos helados.

Tras las horas de espera angustiosa,

la sigo esperando.

Mariposas de espacios nocturnos,

avecillas del bosque animado,

¿habéis visto a mi dulce Lunita?

La estaba esperando.

Ríos, mares, montañas, volcanes,

florecillas silvestres del campo,

¿la habéis visto por estos caminos?

Estoy muy cansado.

Por si acaso me quedo dormido

y no puedo decirle “te amo”,

cuando asome, decidle vosotros:

 “¡Lunadulce!, te estuvo esperando

macerando en amores su alma

y majando de besos sus labios.

Cosquillea su piel con la tuya,

que te anda buscando;

y verás en su boca la risa

y veras en sus ojos el llanto

y dará por benditas las horas

que estuvo esperando”.

Félix

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