Cuerpo macerado
Con puntas de alfiler
claveteado,
picanas diminutas,
zarpazos tenues de
bebé felino.
El cuerpo se macera en
los placeres
y sufre lacerado
las flechas una a una
de la aljaba que amor
colgada lleva al
hombro.
Va llegando la muerte
y se desea
(aquel San Sebastián)
hasta el rejón de
muerte,
hasta el rejón de
fuego,
para que el alma
mastique eternidades,
mientras los ojos
lloran
y la carne se
extingue.
Félix
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