Dime,
amor, si ya es la hora,
si es llegado ya el momento
de decidir que no sean
furtivos nuestros encuentros.
Tantos días soy “la otra”,
soy la amante tanto tiempo,
colgada de tus palabras,
promesas y juramentos,
que no quiero más mentiras
ni que me alquiles “te quieros”,
pues se me yerman las carnes
y se secan mis adentros,
eternizando mi espera
tus fallidos cumplimientos.
Hace tres años te hice
los mismos planteamientos.
Te tengo tanta adicción
y tanto sometimiento
que cuando digo: “la última
vez que te lo consiento”,
se me nubla la razón,
me vencen los sentimientos,
la voluntad me traiciona
y claudican mis arrestos.
Sospecho que como entonces
naufragarán mis anhelos
y, una vez más, tus encantos
me inundarán de proyectos
que uno a uno abortaré,
sangrando de desconsuelo.
Me temo que tú pretendes
seguir sin mover un dedo,
mientras te cuida “la tuya”
y disfrutas de mi cuerpo.
Utilizadas a las dos,
a tu ritmo nos movemos.
Nos prendió bien en su tela
la araña de tus enredos.
Ya no quiero desnutrirme
en la hemorragia del tiempo,
cosechando soledades
y trillando sufrimientos.
Si no cambias de raíz
tus viejos razonamientos,
mejor que nos lo montemos
para cuando estemos muertos.
Que nuestro futuro luzca
con velas y crisantemos,
para eternizarnos juntos
en la paz del cementerio.
si es llegado ya el momento
de decidir que no sean
furtivos nuestros encuentros.
Tantos días soy “la otra”,
soy la amante tanto tiempo,
colgada de tus palabras,
promesas y juramentos,
que no quiero más mentiras
ni que me alquiles “te quieros”,
pues se me yerman las carnes
y se secan mis adentros,
eternizando mi espera
tus fallidos cumplimientos.
Hace tres años te hice
los mismos planteamientos.
Te tengo tanta adicción
y tanto sometimiento
que cuando digo: “la última
vez que te lo consiento”,
se me nubla la razón,
me vencen los sentimientos,
la voluntad me traiciona
y claudican mis arrestos.
Sospecho que como entonces
naufragarán mis anhelos
y, una vez más, tus encantos
me inundarán de proyectos
que uno a uno abortaré,
sangrando de desconsuelo.
Me temo que tú pretendes
seguir sin mover un dedo,
mientras te cuida “la tuya”
y disfrutas de mi cuerpo.
Utilizadas a las dos,
a tu ritmo nos movemos.
Nos prendió bien en su tela
la araña de tus enredos.
Ya no quiero desnutrirme
en la hemorragia del tiempo,
cosechando soledades
y trillando sufrimientos.
Si no cambias de raíz
tus viejos razonamientos,
mejor que nos lo montemos
para cuando estemos muertos.
Que nuestro futuro luzca
con velas y crisantemos,
para eternizarnos juntos
en la paz del cementerio.
Félix
