Virgen, manzana verde

 

Virgen,

manzana verde.

Virgen, virgen:

dos cerezas.

Un cántaro de suspiros

y un latigazo de trenzas.

 

Virgen,

panal de miel.

Virgen, virgen:

dos colmenas.

Una espiral de deseos

y una melena de abejas.

 

Virgen,

cisne blanco.

Virgen, virgen:

dos palomas.

Un camino de Santiago

y un espejismo de antorchas.

 

Virgen,

almendro florido.

Virgen, virgen:

dos almendras.

Oasis de beduinos

y una montaña de arena.

 

Virgen,

guitarra de pinos.

Virgen, virgen,

dos muchachas:

Un cantaor de flamenco

y una tos en la garganta.

 

Virgen,

luna morena.

Virgen, virgen,

dos estrellas:

Un arrebato de astros

y granizada en la tierra.

 

Virgen,

música eterna.

Virgen, virgen,

dos arpegios.:

Melodía de sirenas

y un Ulises que está preso.

 

Félix

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Juventud (Becqueriana)

Juventud que te fuiste un buen día

sin un beso de adiós ni un abrazo,

muy confuso y cargado de penas

quedé abandonado.

 

Poco a poco dejabas tus huellas

en el pelo, en la cara, en mis manos,

cual señales que anuncian otoños

y el campo agostado.

 

Sin adioses te has ido, mi amiga,

ya no quieres estar a mi lado,

mas no esperes que yo me entristezca

ni quede llorando.

 

Cada verso que inspira mi alma

es señal de que en ellos renazco

y muy joven me siento por dentro,

aunque afuera se borren tus pasos.

 

Félix

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 Otro pan regalado

El plátano está fuera con la copa dormida,

no se mueve una hoja del ficus tras la tapia.

 

Tengo el balcón abierto. Son las once.

La mañana descansa entre un paréntesis.

Por un momento el pájaro

se ha dormido también

en el aire templado.

 

Por sobre los tejados, mar rojizo

entre dos nubes grises, perezosas,

el mástil de la torre va sin vela.

Dos campanas silentes. En lo alto

y en cruz, la cruz que va arañando un cielo

impertérrito, quieto, ya iniciado.

-¡Cómo el clarión chirría en la pizarra,

acústico recuerdo del pupitre!-

 

Una tórtola osada se para en la baranda,

inquieta me escudriña con su único ojo

mirándome sin ver.

 

Al tibio sol de otoño,

blancos brazos desnudos,

esa mujer de luto tiende su camisón

rosa del duermevela en la terraza mínima.

 

Las once y diez aún. Lento se va amasando

este pan regalado, redondo como un día.

 

Félix

 

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 Última playa

El costillar abierto,

gaviota herida,

en la arena varada,

playa sin brisa.

Mar sin marea,

barquilla calcinada,

palo sin vela.

 

Se acabaron los mares,

quedaste sola

rememorando vientos

cual caracola.

 

Como tú quedo

en la última playa

del desconsuelo.

Félix

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 Cocodrilos

Negras alcantarillas
de los instintos
por donde buscan presas 
los cocodrilos
y los débiles huyen
despavoridos,
víctimas del abuso
de los más ricos,
de su hartura insaciable
y de sus vicios.

Nuestros hermanos pobres
son infinitos
y se mueren de hambre 
poco a poquito,
y nos quedamos sordos
¡mi Dios bendito!
pasando de sus ayes
y de sus gritos,
mientras van engordando

los cocodrilos. 

Félix

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La frontera III

Vengo de la frontera o al menos eso creo.

Al borde de mi lecho sentado y bostezando

me rasco las costillas con la mano debajo

de este pijama a rayas o vestido de luto.

Inútilmente busco con mi planta desnuda

la zapatilla esquiva debajo de la cama.

 

Náufrago en el lavabo y el cepillo de dientes

en la boca –peligro, vosotros no lo hagáis-

me preparo la ducha, que salga agua caliente…

Y en este mismo instante, la trucha de la duda:

puede que esté soñando, la ducha no es la ducha,

o estoy dentro del mármol y oigo caer la lluvia

sobre los crisantemos y las flores de plástico

dejando el camposanto con olor a ciprés.

Félix

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