Ando
tu cuerpo,
laberinto de encantos,
no sé salir.
………..
Fue tu mirada
quien inició este incendio
devastador.
………..
Sólo me sacio
Bebiendo de tu alma
Los manantiales
Félix
Imagen:https://www.blogger.com/
Ando
tu cuerpo,
laberinto de encantos,
no sé salir.
………..
Fue tu mirada
quien inició este incendio
devastador.
………..
Sólo me sacio
Bebiendo de tu alma
Los manantiales
Félix
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Melancolía invernal
Son las diez menos cuarto de la mañana del domingo. Es un día gris plomizo.
No hay horizonte. No se oye un ruido. No se ve a nadie por la calle. Veo una
paloma mantuda posada en lo alto de la chimenea del tejado de enfrente. Un
gorrión ha llegado hasta una maceta de mi ventana, se ha posado en el borde y
se ha marchado sin ni siquiera intuir que yo le miraba. Apenas alcanzo a ver la
silueta de la torre difusamente recortada entre la bruma. Ahora es una urraca
la que ha llegado al alero del tejado de enfrente, en vuelo muy discreto, puses
no la vi llegar. La paloma se fue y ella parece triste. Me quedo mirando fijo
hacia donde ayer estaba el cielo y mi pensamiento se diluye en el gris,
mientras la melancolía empieza a poseerme.
Y me dejo llevar…
Félix
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H – I, II, III, IV, V, VI
Entro
en tu cuerpo,
crisol
donde tu fuego
me
purifica.
……….
Libo
en tus labios
néctares
y ambrosías,
placer
de un dios.
………..
Savia
salvífica:
Primavera
en tu carne,
Senos
en flor.
………..
Por
inmersión,
en
tus aguas termales
yo me
sumerjo.
…………..
Purificado
salgo
de tus entrañas,
lleno
de gracia.
……….
Feliz
bautismo
de mi
carne en tu carne:
marca
indeleble.
Félix
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Reconciliación
Últimamente, cada vez que venía mirándose en el espejo se deprimía. No
quería verse más: apenas levísimos rasgos de su pasado reconocía en ese rostro.
Pero ayer, en la ojeada involuntaria y preocupada, se reconoció en la
imagen del padre: ojos suyos, cabellos suyos y el hoyuelo de la barba. Lo miró
detenidamente y se reconcilió.
Félix
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¿Qué hace frente a la flor el colibrí?
-¿Qué hace frente a la flor
el colibrí?
-Ingrávido, mantiene el equilibrio,
agitando veloz sus leves
alas
para libar el néctar que
alimenta
su cuerpo, ovillito de
plumas.
-La flor, ¿ómo se siennte
frente al pájaro?
-Feliz y complacida con
amante
que con besos galantes
a ella elige entre tantas y
tan bellas
florecillas silvestres
Félix
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Todo en un Jesús
Las gallinas todavía escarbaban lombrices en la calle de tierra. José,
el carpintero, iba hasta el río con la yegua de Sebastián y pescaba truchas con
cebo de lombriz. Vidal, en su fragua, calzaba a la yegua con herraduras nuevas.
Abro los ojos y las cenizas de Sebastián se esparcieron por el prado
donde pastaba la yegua; la carpintería de José es hoy una oficina de turismo;
la herrería, una casa rural; y las gallinas se fueron a una granja.
Félix
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Positivismo
¿Si la razón, para
que teología?
¿Para qué la
metafísica, si la ciencia?
Así dijo el
filosofo rotundo.
Mas, preguntaba el
rústico de a pie:
¿Era sabio el
filosofo?
Félix
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Cuando el abuelo despertó
La última
contracción de María puso muy nervioso a José, que fue incapaz de calentar el
agua; ella tuvo que arreglárselas sola. El alumbramiento cogió por sorpresa a
todo el mundo; sólo el pollinejo estaba en su lugar y, en un ejercicio de
responsabilidad asnal, emitió un rebuzno templado para llamar al buey, su
compañero, que estaba pastando en el prado ten campante.
Los
ángeles se vieron sorprendidos y tuvieron que improvisar a toda prisa su
‘hosanna’ de anuncio a los pastores; éstos, adormilados, se miraban unos a
otros y tuvieron que correr a escoger los corderillos, mientras las pastoras
preparaban sus cestillos con la miel y el requesón. Los Reyes, que no se lo
esperaban todavía, avisaban a sus pajes apresuradamente mientras Melchor se
impacientaba. El castillo de Herodes tenía las ventanas apagadas, pues a los
obreros no les había dado tiempo de instalar los candiles. El río de plata
discurría, pero la lavandera no había llegado; y el puente por donde había de
pasar el pavero con sus pavos y la carreta cargada de leña, estaba sin hacer.
La mujer que debía llevar al hombro el cántaro de leche se había dormido y a la
niña de los dos pichones en la mano todavía le estaba haciendo las trenzas su
mamá…
Mas…,
cuando el abuelo despertó, vio que la pequeña Delia estaba allí y le decía:
‘Abuelo, ¿cuándo terminaremos de poner las figuritas’?
Félix
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El ayo
-¡Segidme! -dijo el
ayo;
y los alumnos al
ganso siguieron
Vigilaba el
palmípedo, en la orilla,
mientrar ellos
nadaban
en el lago del
‘Trivium’ de aguas puras
y en el
‘Cuadrivium’
mar, en donde
abundan
los peces más
preciados.
Félix
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Enemistados IX
Ayer, en el paseo, tropecé de nuevo con
el viejo Tiempo. Venía en camiseta y pantalón de deporte. Quería andar erguido,
mas su esfuerzo le dejaba en ridículo. El rostro le brillaba, creí que era
sudor. Al mirarle de cerca, me encontré, sin embargo, con una faz pastosa y
descolgada, aceitosa de cremas para estirar el cutis.
-¿Qué has hecho con tu cara? –pregunté.
-Mírame bien, celoso. ¡Que sepas que soy
metrosexual! –me dijo, mientras me mostraba su pecho rasurado.
Cuando se alejaba, le miré…, me miré…, y
me entró risa tonta.
Félix
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