Marieta
Era una peregrina hacia la luz,
juglaresa de versos enigmáticos
indescifrables para la razón.
Iba pastoreando sus palabras
por las campos azules
con voz intermitente. Su decir,
dulce y monosilábico.
Que rieran los niños a su paso
o que las más ancianos la miraran
con ojos compasivos y clementes
no le importaba nada.
Era alta y caminaba desgarbada
con vestido anticuado.
Con un palo en la mano golpeaba
los cardos, las ortigas y las zarzas.
Tabién el agua clara de la fuente:
gustaba de sentir sobre su cara
el frescor de las gotas.
Los perros y los gatos se acercaban
y en su mente anidaban lagartijas,
ardillas saltarinas y también
palomas volanderas.
Paraba reposada en los portales
mientras que con su risa cantarina,
hechicera, rasgaba nebulosas.
Así era Marieta.
Félix
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