Rictus
Esperanzado, le llevé un ramo de flores. Deseaba ardientemente la
reconciliación. Airada, arrojó las flores cuan lejos pudo, me dedicó una
sonrisa displicente y desapareció. Su corazón estaba helado y la sonrisa le
floreció como la que adorna al joven congelado en la nevada.
Félix
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