Mala digestión
Con el primer rayo de luz, llegué ahíto de sangre y me acosté, pero
hasta aquí me había seguido su marido. Le vi venir con la estaca de madera y un
martillo. En el pecho sentí la punta dura. A punto de descargar el fatal golpe…
desperté empapado de sudor.
Angustiado, descorrí la tapa del ataúd, saqué la cabeza y respiré
profundo: de nuevo era de noche.
Félix
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