dissabte, 7 d’octubre del 2023

El afinador

Se anunciaba en arpegios de piano. Los más pequeños acudíamos al momento y nos sentábamos en el suelo, en derredor suyo.

Cerraba los ojos y tocaba.

 -¡Brahms!  -decía-, ¡ahora Schubert!, ¡Para Elisa!...

Sobre una silla abría su maleta. Allí, bayetas, sueños, hilos, cuerdas, arte total, parchecitos, soledades, un martillo, un diapasón y las penurias.

Y…unos cientos de cigarros consumidos en sus más dispares longitudes. Cogía un trozo cualquiera, lo encendía, inhalaba profundamente sólo una vez y lo apagaba en la suela del zapato. Lo volvía a su maleta y la cerraba.

Como las golondrinas volvía en cada primavera.

Félix

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