Recojo la
tienda que planté en tus ojos
Recojo la tienda que planté en tus ojos
pues veo que van
los monjes mojando
un trozo de pan
en el chocolate que traban tus pechos
con la sangre tibia.
Ignorando al triste, subo a la joroba
del camello manso
y me alejo ufano a enterrar envidias
en las dunas grises.
Sombrero y paraguas,
que llueven puñales.
Me pongo los guantes;
sobre el barro oscuro de las sepulturas
copulan batracios,
mientras que en las cuencas de las
calaveras
paren las serpientes.
Me hinco de rodillas
y te ofrezco,
Eva,
manzanas silvestres.
Cuelgo el alma detrás de un suspiro
y me empino,
triste,
sobre la joroba
antes del veneno.
Félix
Imagen:https://www.google.com
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