dimecres, 30 d’abril del 2025

Dionisia

‘Me arrepiento de haber tenido hijos.

Los parí en la miseria,

me vine ilusionada, esperanzada

de poder conquistarles una vida mejor.

Como bestia de carga trabajé,

en un nuevo país desconocido;

xenofobia sufrí, lloré en silencio.

Con el tiempo, uno a uno

los saqué de aquel mundo, mas ahora,

me arrepiento de haber tenido hijos:

apenas nos hablamos; si lo hacemos

es de manera fría, muy distante.

no hay proyectos comunes familiares;

quedaron congelados los afectos

en la parte de allá, cuando bebés;

Nunca me han dicho ‘mamá, te amo’

Ni tampoco permiten

que se les diga yo;

tienen un mundo propio cada uno

y en ninguno me encuentro yo presente…’.

 

En triste y dolorosa confidencia,

me contó La Dionisia todo esto.

Me quedé afectado, meditando

si mereció la pena.

Félix

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Rivalidad

El gitano mira a su gitana, rasguea una guitarra y entona una canción de amor. Es noche estrellada. Sobre la arena, junto al mar, chisporrotea una hoguera. La luna observa y se pone llena de luz y de celos. Decide bajar sobre el mar y mecerse en las olas desnuda. Sensual y coqueta, se deja maquillar de espuma y de sal. Y, por si el gitano tiene a bien mirarla, riela su cabellera de plata para seducirlo.

Félix

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dimecres, 23 d’abril del 2025

El enigma del sembrador

Abrazado a mi cuerpo

fuertemente en noche desvelada,

recostado en mi cama y boca arriba

con los ojos cerrados me concentro.

Honda y pausada mi respiracoón,

siento plenos de aire ms pulmones.

Hacia dentro me miro

y bajo lentamente, lentamente

hasta el pozo profundo de mi mente.

Escarbo poco a poco con mis dedos

y perforo el mantillo

y penetro en el humus; voy buscando

las raíces profundas de la idea,

del juicio, la razón, el intelecto.

Quiero saber el cómo y el porqué

llegaron sus semillas , quién las trajo.

Si espontáneas llegaron

del insondable hueco de la nada,

si el pájaro del mito las llevó

dando sacra respuesta a la inquietud,

o si están colocadas desde siempre

por Alguien desde siempre.

Félix

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Pastor casual

Los ojos como platos: una, dos, una negra…; trece, catorce, dos negras…; ciento tres, ciento cuatro, otra negra… Logré dormirme.

En el sueño venían las ovejas escapadas de un micro-relato que leí ayer y me rodeaban balando.

Félix

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dijous, 17 d’abril del 2025

Marieta

Era una peregrina hacia la luz,

juglaresa de versos enigmáticos

indescifrables para la razón.

Iba pastoreando sus palabras

por las campos azules

con voz intermitente. Su decir,

dulce y monosilábico.

Que rieran los niños a su paso

o que las más ancianos la miraran

con ojos compasivos y clementes

no le importaba nada.

Era alta y caminaba desgarbada

con vestido anticuado.

Con un palo en la mano golpeaba

los cardos, las ortigas y las zarzas.

Tabién el agua clara de la fuente:

gustaba de sentir sobre su cara

el frescor de las gotas.

Los perros y los gatos se acercaban

y en su mente anidaban lagartijas,

ardillas saltarinas y también

palomas volanderas.

Paraba reposada en los portales

mientras que con su risa cantarina,

hechicera, rasgaba nebulosas.

Así era Marieta.

Félix

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Chevecha’

-‘Chevecha’, como mi papá –dice María.

María es una niña de tres años, a quien su mamá sienta a la mesa para comer.

-¡No quiero puré, quiero ‘chevecha’, como mi papá!

María hace dos meses que no ve a su padre, pero no sabe que su papá tiene una orden de alejamiento. Tampoco, por suerte, sabe María por qué su mamá lleva el rostro hinchado y un ojo amoratado.

María no culpa a la cerveza.

Félix

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diumenge, 13 d’abril del 2025

Llueve

Llueve

Con gotas verticales como leznas

que hieren

los tejados de plástico y cartones,

las chabolas

con odiosas uralitas onduadas.

Llueve,

torrencialemente llueve

sobre el suelo de arcilla endurecida;

rebota

sobre el tambor del suburbio

y la fabela.

El trueno

apaga el grito de los niños;

el fango

enturbia la esperanza de las madres.

Félix

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Pantomima

Lucila es una niña vivaracha de cinco años. Tiene el pelo negro y ondulado y, por ojos, dos estrellas de color amielado. Cuando sale a la calle con María, no quiere que ésta la lleve de la mano; le gusta corretear por delante, disfrutando de una osada autonomía. Ayer Lucila, abusando de su jubilosa independencia, tropezó y cayó de rodillas:

-¡Ay, ay, mi brazooo! –dice Lucila tocándose el brazo y luego la pierna.

--¿Ves? ¿Te has hecho daño? – grita María, corriendo hacia ella y en tono de reproche.

-Sí, -dice Lucila fabricando un sollozo entrecortado- pero me he caído, porque estaba pensando en lo despistada que tú eres, abuelita.

Félix

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diumenge, 6 d’abril del 2025

Tiempos de dictadura

Venid aquí delante

a la pareja verde les decía

de la Guardia civil.

Ellos, como venganza,

con la ametralladora me apuntaron

a la altura del cruce,

creyendo que era el Lute, me dijeron,

pero no los creí, era evidente

que me reconocieron desde lejos.

Félix

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Enemistados VIII

Empezaba a llover y abrí el paraguas. Presuroso subía hacia mi casa, cuando le vi venir. El viejo Tiempo venía azacanado, angustioso y febril, calado hasta los huesos, pegado a su cráneo el pelo ralo y chorreando de pies a la cabeza. Cruzamos la mirada y me dio pena. ‘Ven, cobíjate conmigo, te hago sitio’, le dije. Airado me miró: ‘No, gracias, tengo prisa, ahí te quedas’, contestó.

Y me robó el paraguas.

Félix

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