diumenge, 21 de gener del 2024

Inesperada despedida

El avaro guardó su tiempo en la caja del reloj de pared con la idea de conservarlo íntegro, en pacto amigable con las horas de dulce sonar. Era feliz escuchando sus campanadas. Pero cuando el avaro quiso darle cuerda a su viejo reloj, los minutillos, como pequeños roedores, apenas si habían dejado del queso de su tiempo la última miguita para decir adiós.

Félix

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