dijous, 14 de maig del 2020


Modorrina
El día se ha colgado de la nada
en el clavo ardiente del sopor:
ni un pájaro, ni un viento, ni un resuello.

Las horas se han perdido y como a ciegas
caminan peregrinas;
las saetas no saben de su alzheimer
y el péndulo en su caja se hace el muerto.

Anestesia en las nubes y agujeros
por los que el cielo asoma
muy apesadumbrado,
con ganas de llorar pero no puede.

En el patio el poeta se estira en su tumbona:
el sombrero en los ojos, con objeto
de astillar este tronco tan maduro
con una modorrina.

Cuatro moscas obscenas y enlutadas
se posan en los brazos,
pertinaces y tercas, reiterantes.

El poeta mentado se levanta
viendo cómo la tarde se amortaja,
cómo se instala el luto en las dehesas,
mientras bebe el aceite la lechuza
de la mística lámpara solar,
y cuatro moscas van de plañideras.

Un joven acostado en la hamaca descansando con sombrero. Retrato ...

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