dimarts, 17 de juliol del 2018


Paradoja II

Después de mirarse en sus ojos y dejarse
provocar por sus labios,
descendió por su cuello marfileño.
Llegó al valle
de sus senos y se dejó embriagar.
Bajó hasta su vientre y en el huequecillo se acunó.
Descolgado en su gruta, se sintió
espeleólogo dichoso.
Allí,
en las profundidades,
vivió otra vez,
la experiencia gozosa de conquistar la cumbre.

Félix

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