No sé si duermes todavía,
enredando
en los ojos minutos de amor y fijando
la pereza
la flor de tu cuerpo
con el alfiler del regusto.
Si no estoy
ni en el pelo, ni en los ojos,
ni en los dedos, ni en los labios…
que tu madre te llame enseguida,
o que un rayo de luz te despierte,
o el trino de un pájaro.
Félix
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