Pradera inmarcesible
Así que empecé a andar
por la verde pradera luminosa
de mi particular adolescencia,
un trébol me encontré, ¡feliz hallazgo!
–¿Pues qué –tú me dirás- no hay un millón?
–Sí –te contestaré- mas este trébol
tenía cuatro hojas, créeme.
-No existe –me dijiste-, no te creo.
No insistí, qué más da; los que lo niegan
son aquellos que tanto lo buscaron
y perdieron sus días sin hallarlo.
Yo os puedo asegurar que lo encontré:
es hermoso y lozano.
Después de tantos años, todavía
a su lado me encuentro ilusionado
con él, en la pradera luminosa,
como cuando por suerte lo encontré,
siendo dulce regalo
de Quien Todo Dispone.
Félix
Imagen:https://www.blogger.com
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