dijous, 15 d’agost del 2019


 Conciencia pura de sabernos

En dos retales rasga la veleta
este mi cielo azul, esta mañana.
La torre no se entera, ni tampoco
los variopintos santos de escayola
tan circunspectos ellos, esperando
en el silencio de sus hornacinas,
que un pio feligrés les lance un rezo
o les pida un milagro.

Tomo conciencia yo de que estoy vivo,
de que me reconozco intransferible,
único, irrepetible, singular…
Y de otras consciencias singulares
que así se reconocen que están vivas,
la tuya por ejemplo, inimitable,
también tomo conciencia:
ellas y yo encendidos
como están las estrellas en el cosmos
únicas e infinitas.

En esta redondez del medio día
y en mis cavilaciones entro y salgo
con un hilo en la mano
como para estos casos aconseja
Ariadna a quien le escucha.
Mas, saliendo de allá, siempre acarreo
la duda pertinaz: ¿brillará eterna
esta conciencia mía de saberme?

Félix

Resultado de imagen de el hilo de Ariadna

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