divendres, 21 de juny del 2019


Dormido se quedó el afilador

Dormido se quedó el afilador
bajo la negra sábana del tiempo;
no dobló las esquinas de los años,
y tras las chispas rojas de su rueda
de piedra se esfumó.

¿Para qué quiero yo
un machete tan romo, que no sirve
ni para desbrozar en mi cabeza
esta selva intrincada?

Los conceptos son troncos retorcidos,
las ideas, lianas que se abrazan
al lenguaje, mortal ahogamiento;
sin raíces los versos caen al suelo
y se llenan de musgo las palabras,
deshaciéndose en sílabas corruptas.

Te despidió mi niño, afilador,
y te echo de menos;
te vi marchar tras tu rueda de piedra,
de rojizas centellas rodeado
y el reclamo en la boca
de tu afilado silbo.

¿Qué hago yo, pregunto, mientras tanto
en la selva intrincada y asfixiante
con machete tan romo
si te llamo y no vienes?

Félix

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