Nítida adolescente
bautizada en la sangre,
has sembrado amapolas
del elixir salvífico,
señalizando en hitas
el devenir salvaje
de la especie inconclusa.
Con los muslos cernidos
del rosicler fecundo
y acolchada la entraña
para el advenimiento,
se entroniza la madre
por las cósmicas venas
de los amaneceres.
Exultarán lo senos
ayer reverdecidos,
pregonando dulzuras
y promesas del hijo.
Tendrá gracia la vida
en la alcoba más íntima
que encontrará el amor.
Félix
Félix
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