divendres, 13 de setembre del 2024

Marta

Tras los cristales sólo tenía ojos pare ella. Dos batas blancas trajinaban entre sus piernas mientras se dolía. Al fin, una de las batas me acercó, cogido de los pies, un cuerpecito rosado y manchado de sangre para que lo viera desde el otro lado. Le dio un azote en la nalga y mi hija empezó a llorar.

Félix

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