¿Mis ojos para qué, si  no quieres mirarme?

 

¿Mis ojos para qué, si  no quieres mirarme?

¿si no puedo tocarte, mis manos para qué?

¿y para qué mis labios, si besarte no puedo?

 

Pozos ciegos mis ojos, espejuelos opacos;

racimos de uva seca mis manos sarmentosas;

mis labios consumidos, sin tus besos de vino,

 

Amor, amor, me dejas pronunciando tu nombre,

herido el corazón, desnortado y mendigo.

Alejada de mí, ¿para qué ya la vida?

 

Félix

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 Suma de parcialidades

Resultado:

Colección de cromas.

Mazo de la vida

Vida:

crisantemo y lirio,

flor de cementerio.

Cementerio:
caja de caudales
del sepulturero.

Sepulturero:
director del Banco-Sucursal
del cielo.

Cielo:
¿arriba, en las nubes
o abajo, en el suelo?

Suelo:
en la madre tierra
prefiero el entierro.

Entierro:
acudid deprisa
que convoca el muerto.

Muerto:
cheque que ya lleva
su valor impreso
y al que sólo falta
dar el ”visto bueno”.

Félix

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Sube sobre mis hombros

 

Sube sobre mis hombros

siempre que necesites

escalar la muralla;

firme resistiré sin doblegarme,

te ayudaré a conquistar

tu castillo interior.

 

Si asomarte es sólo lo que quieres

porque temes bajar del otro lado

creyéndote sin fuerzas

para la lucha honda

que en el fondo del alma se produce,

siempre estaré a tu lado;

pero mis hombros no te prestaré

para jugar al juego masoquista

de subir y bajar.

Félix

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Nuestra cosecha

Cuando me bese
la lluvia de tus nubes
y el rayo placentero de tu sol
me hiera,
de hijos tuyos yo juro
se me henchirá la tierra
y brotará en espigas de centeno

morenas.

Verdeará en la sabia
que corre por tus venas,
se oreará en el viento
de nuestra complacencia.
Yo diré: nuestro campo.
Tú: nuestra cosecha.

Felix

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