Delirante paradoja
Quédate en casa:
en la rama del árbol verdea para ti
la hoja rediviva; la pradera
se enciende de colores;
el tomillo y el lirio, la amapola,
la humilde margarita
y la rosas silvestres perfumadas
te esperan impacientes.
Quédate en casa:
ya volvieron las raudas golondrinas;
los veloces vencejos tejen en el cielo
su tela primorosa
con hilos invisibles;
el discreto gorrión vela su nido
que en el alero clama sin sosiego.
Todo esto es para ti.
Quédate en casa:
que el viento trae perfumes
de espliego, de lavanda y manzanilla;
y la lluvia fecunda despierta de la tierra
su olor tibio de madre;
liba febril la abeja en las corolas,
mientras la mariposa,
se posa caprichosa en los claveles.
Para tu gozo es todo.
Quédate en casa:
Jugando están los niños en la plaza,
se persiguen y gritan jubilosos;
la pareja de ancianos, sentados en el banco
tienden al sol con pinzas de colores
sus recuerdos más vivos;
los amantes pasean cogidos de la mano;
los padres a los hijos y a los nietos,
y el amigo al amigo ya vuelven a abrazarse.
Tú lo verás gozoso.
Quédate en casa:
así y sólo así, le daremos la vuelta
a la gran paradoja delirante,
como al más retorcido calcetín.
Félix
Imagen:https://www.blogger.com/