Ábreme
Óyeme, que abrasado en los azules
de las nítidas noches estrelladas
y en días amarillos, voy sediento.
Mírame, que empedrado por mil ecos
de húmedas caracolas cuando mar,
vengo arremolinado del desierto.
Ábreme amor, que fatigado en dunas,
con perfil por la arena esmerilado,
todo engañado de espejismos vengo.
Félix
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El vellón
Ya nadie, nadie
podrá quitarme
el vellón
de lana y amor que hicimos.
A ti, tampoco.
Tócalo, redondo.
Míralo, concreto.
Está.
Irá contigo y vendrá conmigo
siempre.
En la frente,
como una aureola,
y en el ser y en la sangre.
Hasta el punto de ser nuestros hijos
un poco hijos nuestros también.
Podrán separarnos
los hombres y los tiempos,
pero nadie, nadie,
ni a ti tampoco,
podrá quitarme
el vellón
de lana y amor que hicimos.
Felix
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