Romance de Obdulia
Para definir a
Obdulia
hay que tener
gran bagaje
de la cultura
del pueblo
y dominar el
lenguaje.
Es complicado
explicar
cómo es este
personaje:
Desde que
Obdulia era joven
se dedica al
espionaje,
hoy que
sesenta ya tiene
otra cosa
hacer no sabe.
Bueno,
pensándolo bien
otras muchas
cosas hace,
pero van
encaminadas
al control del
que entra y sale.
Controla a
vivos y muertos,
casas, plantas
y animales,
tanto si estos
son domésticos
como si estos
son salvajes.
Lleva cuenta
del que entra,
lleva cuenta
del que sale,
del tendero
lleva cuenta,
lleva cuenta
del alcalde.
Llega tan
lejos su mano,
es su
influencia tan grande,
domina tan
bien las mentes,
tan bien
controla la calle,
que a su gusto
y a su antojo
quita y pone
concejales.
Sabe la que
está preñada,
del que tiene
flato sabe,
si Juan sale
con Antonia
o si con
Purita sale,
si Ambrosio ha
comprado un piso
y si las
cuentas le salen,
si es a plazos
o al contado,
si le ayudaron
sus padres.
Del autobús de
viajeros
pregúntale que
ella sabe
quién se va
por la mañana
y quién viene
por la tarde.
Sabe los días
de misa,
cuándo cierra
el restaurante,
si el butanero
ha venido,
cuántos acuden
al baile,
quién a quién
puso los cuernos,
quién es hijo de
su padre,
quién por las
noches trasnocha
quién del amor
pasa hambre;
si Isabel se
mete a monja,
si primero
hizo la calle,
si fueron seis
las beatas
que ayer
cantaron la salve;
si llega a
pincharse en vena
José el
sobrino del sastre,
puesto que
porros sí fuma
y también los
fuma el padre;
si llegó a la
menopausia
la mujer del
practicante,
si Ángel va de
vacaciones
a una playa de
Alicante
y si tiene las
paperas
un primo
hermano de Jaime…
En fin, que si
vas al pueblo
y te
encuentras en la calle
una mujer sospechosa
que se te
presenta amable,
por si es
Obdulia, hazme caso
sigue
adelante, no pares,
si paras estás
perdido,
intentará
sonsacarte
desde el día
que naciste
quién fue tu
padre y tu madre,
cuántos amores
tuviste
y cuántas
enfermedades,
si estás de
paso en el pueblo
o vienes para
quedarte.
Si es así no
se lo digas,
pues procurará
comprarte
con sonrisas y
palabras
con tres o
cuatro tomates,
con acelgas de
su huerto
o huevos de
sus nidales.
Si aceptas no
habrá remedio,
tú no aceptes,
más te vale,
da media vuelta
y te piras,
y Dios que es
bueno la ampare.
Félix
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