dimecres, 6 de març del 2019

Marga in aeternum

La herida de tu ausencia me deja lastimado:
tu sangre, amiga mía, se te quedó dormida
por la hoja amarilla de un otoño morado
al día de raparte la cabecita hermosa;
¡que la quimio no crea que te dejó pelona!

Ya no estás, Margarita. Aquel que lo dispone
te ha cosechado el alma, gozoso de tenerte.
El odioso cangrejo vino a pinzarte terco
la arteria de la vida, sin pedirte permiso.
Ya no podrás hurgarme mirándome a los ojos.

Mientras tanto me quedo con tu estrella clavada
en el alma del alma, capándome el dolor,
pero reconfortado, custodiando el ovillo
de amistades tejidas, confidencias y tiempos
para seguir hilando más allá de la vida.

Tus alumnos, tutora, quedaron desolados;
tus colegas, transidos; y la escuela, sin alma.
-¿Dónde está Margarita? – una voz en las aulas,
angustiosa gritaba y moría en el patio
mientras los crisantemos bajaban la cabeza.

Ahora entiendo yo que se van los mejores,
aquellos que a su paso dejan rayos de luz.
Tú asómate al ladito como disimulando
por si estuviera escrito mi nombre en la casilla,
espérame que voy con dos martinis secos.

Félix


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