Sobre millares de muertos

Sobre millares de muertos

ciegos buitres carroñeros

hienas con dientes de acero

desgarran los cuerpos yertos.

El resto de los humanos

mira y se lava las manos

como Pilatos hiciera,

pues de ninguna manera

quiere ser samaritano

ni molestarse siquiera.

Félix

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Mama de la mama

Mama, equilátero, mama,

esferita, circulito,

matemático compas.

¿Verdad que no entiendes de la fauna,

aunque seas un mamífero,

ni de la flora,

aunque lleves un clavel en el chaleco?

Mama, rectángulo, mama,

coeficiente,

que eres un coeficiente.

Y un producto.

¿Verdad que no entiendes de filosofía

aunque sí de bigotes,

ni de geografía

aunque sí de ciudades?

¿Verdad, cuadrante, secante, tangente

que no entiendes de religión,

aunque sí de incienso,

ni de hombres,

aunque sí de mujeres?

Mama de la mama, mama.

Félix

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Poetisas del foro

Las lunas redondas

bajaron al agua;

las bebisteis todas;

quedasteis preñadas

de mirra y de incienso,

de espigas granadas,

de dátiles dulces.

Senos de muchacha,

espíritu y carne.

Las dulzuras guardan

los versos, erectos

de hermosas palabras.

Félix

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¿Quieres oler las manzanas? (Bucólico todavía)

¿Quieres oler las manzanas

y el perfume de la menta,

vida mía?

Con el alma esperanzada

soñaré con tu respuesta

noche y día.

Con mimo está cultivado

de plantas flores y frutos

mi jardín.

Celosamente sellado,

promesa de mis amores

para ti.

Las abejas elaboran

panales de dulce miel

con premura.

Dos fuentecillas canoras

riegan de agua mi vergel

fresca y pura.

Como dos tiernos amantes

a la sombra recostados

de un frutal,

gozaremos cada instante

prodigándonos cuidados

sin final.

Los pajarillos cantores

lloverán sus melodías

y gorjeos,

acunando los amores,

de caricias, de ambrosías

y de besos.

Félix

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Romance del quídam balduendo

Un quídam balduendo

gritaba a la luna:

debajo del árbol

muchacha desnuda

yo medio vestido

y te enciendes de una;

me las pagarás,

luna inoportuna.

Un quidam balduendo

gritaba a la luna:

dentro estoy del pozo,

muchacha desnuda,

su padre se asoma

y te enciendes de una…;

ya me debes dos,

luna inoportuna.

Quídam entre rejas

gritaba a la luna:

aquí me metieron,

aquí no hay fortuna.

¿Y tú no te enciendes,

luna inoportuna?

Ven cuéntame qué hace

la niña desnuda.

Ya se murió el quidam,

se quedó sin luna;

un réquiem le reza

la niña desnuda

y un puñal se clava

hierática y cruda

en su pecho amante;

y la sangre oscura

chorrea y chorrea

por su arquitectura,

y un charco en el suelo

mientras queda muda

se cuaja negruzco

con su roja espuma.

Recuerda al balduendo

la apenada luna

y recuerda triste

que le debe una:

ya baja despacio

hasta la blancura

de aquel cuerpo inerte

y a la niña acuna

y de luz la viste,

que estaba desnuda. 

Félix

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