La pareja del hombre y la del ave
Esperará el momento programado
en el que el Dedo pulsará el botón,
dando señal de que el amor empiece.
Conducidos por códigos atávicos,
repiten, fieles a los cromosomas,
su amor por intrincados vericuetos,
anidando en lo oscuro de la selva,
en los tejados, torres y espadañas,
los pájaros silvestres y urbanitas.
Ama el hombre en los cruces de caminos,
ama en los lechos de los hospitales,
desnudo de entresijos y prejuicios
que el apremio y pasión dejó colgados
en los zarzales del apareamiento,
latigazo de especie conservada.
Blanco o rosa el botón ya está pulsado.
Disimulando el Pulsador se marcha.
Agita con su mano un abanico
y riendo entre dientes nos sentencia:
“portaos bien y sed buenos muchachos”.
Félix
ama en los lechos de los hospitales,
desnudo de entresijos y prejuicios
que el apremio y pasión dejó colgados
en los zarzales del apareamiento,
latigazo de especie conservada.
Blanco o rosa el botón ya está pulsado.
Disimulando el Pulsador se marcha.
Agita con su mano un abanico
y riendo entre dientes nos sentencia:
“portaos bien y sed buenos muchachos”.
Félix