Mago tramposo
Tenía una carta en la manga, pero cayó
al suelo cuando Emilia, mi esposa, recogió la chaqueta para llevarla a la
tintorería. Al leerla, supo de la existencia de Susanita. Fue entonces cuando
me cantó las cuarenta y cuando con las diez de últimas me puso de patitas en la
calle.
Félix
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