CARTA CUASIPÓSTUMA
Hola, amiga:
Te conozco muy bien. Las dos somos muy viejas.
A mí, que soy una mujer y muy coqueta no me importa confesar que ya cumplí
noventa y nueve. En cuanto a ti, siguiendo las enredaderas de todas las edades
hacia atrás y desandando todos los periodos, constato que ya estabas allí. No
te has perdido ni uno.
Te conozco muy bien. Eres la muerte.
En los…cuaternarios ya dejaste constancia. Y en los…triásicos de los
mesozoicos. Incluso en los…jurásicos esos te han encontrado petrificada en
caracolas y reptiles.
Hasta al…proterozoico llegaste fosilizando en ámbar los insectos. En resumen, que
por todos los plistocenos de los tiempos hiciste fechorías.
Perdóname la broma, pero son millones de años firmando autógrafos.
Amiga, me caes bien. Ven cuando quieras.
Tengo la mente clara y es lo que tengo, porque cuerpo ya casi no me queda. Y
este poquito, aunque nada me falta, es tan poquito…que ni la silla de ruedas en
la que me paso el día, voy necesitando.
Me queda un montoncito de moléculas, cada vez más pequeño. Y el mínimo montón
disminuye en la medida que pierde la materia para volverse espíritu. Sólo voy
siendo eso, espíritu. Sólo y nada menos.
Ya falta poco, yo lo sé. Y sé también que ésta, tampoco te la pierdes. Con
pasos quedos llegas, pero te oigo llegar.
No importa. Yo misma te lo iba a recordar, por si andabas despistada.
¿Sabes? Está muy bien. Desde aquella primera caracola he sido una más en el
número infinito. Esa es mi humilde participación en la progresiva ordenación
del cosmos y de ello tengo conciencia. Ya me realicé. Puedes venir, pues estoy
definida en todos mis perfiles.
Un abrazo, mi amiga, cuídate.
Joana.
Félix
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