diumenge, 30 de juny del 2024

Rige el amor la entera vida mía

Rige el amor la entera vida mía.

Si me abandona amor, viviendo muero.

Sólo puedo matar esta agonía

que me tiene clavado en el madero,

esperando que llegue el nuevo día

y traiga de tu amor el reverbero.

La vida, ¿para qué si amor no tengo?

Huyo del desamor y al amor vengo.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com

Y lo pronuncié

Palpitando tembloroso venía.

-¿Qué me traes? - al viento del norte pregunté.

- Es su nombre - me dijo- mira cómo está vivo.

Lo miré y bombeaba calentito entre nubes de algodón.

-Anda pronúncialo - me dijo el viento.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/

diumenge, 23 de juny del 2024

Variaciones sobre un tema de Andrea 

'Estás junto a mí, nunca te fuiste, padre,
ahí estás en cada estrella que se asoma
y vuelvo a sonreír como la  niña aquella
que de tu mano comprendió la vida.’
Andrea

Siento en mi mano tu cálido contacto
y en mi pecho, tu abrazo paternal.
Te quedaste conmigo para siempre
cuando te fuiste al cielo
y contigo camino protegida.
Sigo siendo la niña que de ti enamorada,
te decía: ‘Papá, te quiero mucho’,
mientras tú, con tus brazos me elevabas
del suelo para comerme a besos
de la manera dulce que tú sólo sabías.
Sigues conmigo siempre.
Te siento sonreír cuando sonrío,
y en los momentos duros,
sobre mi mano yo siento la tuya,
sobre mi pecho yo siento tu abrazo
y en mi mejilla siento la dulzura
del beso de tus labios.

Félix

Imagenhttps://www.blogger.com

Fui por lana…

Flora me mandó el último beso con la mano y cerró la puerta desde afuera. Apreté el botón y subí al quinto. Al abrir, mi esposa me esperaba, enarbolando un rodillo de cocina.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/

dimarts, 18 de juny del 2024

En el oasis

Los camellos filósofos, rumiando

a la sombra del verde palmeral,

ignoran que en la haima tú me esperas

con túnica impoluta

y la henna amorosa de tu manos.

 

En mi desierto tórrido, tus versos

al compás del dulce tintineo

de las ajorcas de tus pies desnudos

lloverán de tus labios sobre mí

la dulce y refrescante agua de amores.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/

Titiriteros

En dos carromatos de madera, profusamente adornados con motivos desvaídos por el tiempo y las lluvias, llegaron una tarde cualquiera de verano. Viejos y niños los recibimos en la plaza, y nuestros corazones brincaron con la  alegre novedad. Mientras un joven alto y cetrino desenganchaba los flacos jamelgos, enjaezados con vistosos correajes, de la parte trasera iba descendiendo la troupe. Primero lo hizo un hombre entrado en años, de bigotes enormes, del que llamaba la atención su floreado chaleco con ribetes rojos. Tendió la mano para ayudar a bajar a una mujer oronda, alicatada de carmín y colorete, vestida hasta los pies con ancha falda azulada y tocada de seda vaporosa en forma de turbante. Dos muchachas aparecieron después generosas de escote, de labios y mohines, rubias como diosas y vestidas de colores transgresores. La mayor acunaba en sus brazos a un bebé que gimoteaba y la otra traía de la mano un niño de unos cuatro años con pelo amarillo y pecas abundantes.

Desde ese momento y desde mis ocho años, sólo tuve ojos para la chica joven, desinteresado por completo por la relación de parentesco que entre ellos pudieran tener. La vi desatar una cabra de uno de los carros, mientras el joven empuñaba una trompeta; el hombre, en cuyo hombro hacía equilibrios una mona, se acoplaba una acordeón; la mujer tomaba un pandero grande y sonoro; la joven del bebé cargaba además con una silla; y el niño pecoso se enganchaba a un cuerno de la cabra.

En tumultuoso jolgorio acompañamos los niños a la troupe en un pasacalles surrealista y festivo. A las órdenes del joven trompetista cesaba la charanga discordante, y anunciaba con voz impostada la “Gran Función a las ocho en el salón de Marina”, mientras la muchacha de mis atenciones descansaba de  su bailoteo insinuante, después de que la cabra se hubiera subido a la silla para hacer piruetas increíbles.

En el Salón de Marina, se hacía baile los domingos, gracias al rasgueo virtuoso que generosamente prodigaban Pedrito y Manuel en sus respectivas  bandurria y guitarra. El Salón de Marina, los días ordinarios, era un bar donde en la noche los hombres, al pie de la barra, llenaban el suelo de cáscaras de cacahuetes y pieles de sardinas saladas, mientras bebían botellines de cerveza. Al salón de Marina me acompañó mi tía Gabriela  después de muchos ruegos y súplicas a mis padres que no estaban por la labor, y nos sentamos en las sillas que traíamos de casa, dispuestos y nerviosos por ver “la gran función”:

Con pretendida gracia y poca voz, el viejo de los mostachos y la señora oronda nos invitaron a reír con un rosario de coplas de picadillo. El joven y la muchacha mayor interpretaron un sketch erótico que el público aplaudió enardecido. Yo esperaba que saliera  la muchacha que me cautivó; y cuando apareció sufrí viendo como su cuerpo semidesnudo se martirizaba en contorsiones imposibles, ya que se doblaba como si careciese de esqueleto interno. El viejo volvió para realizar juegos de magia, llegando a adivinar el nombre de cinco personas del público, escogidas “al azar”. Salió de nuevo el joven para contar chistes verdes. Después de cada uno, el viejo arrancaba unos acordes a la acordeón y las mujeres hacían gestos cómplices, mientras la gente reía. La función terminó cantando juntos todos los artistas una canción húngara lánguida y sentimental.

De vuelta a casa y con las sillas a cuestas, mi tía Gabriela me dijo: “A tus padres no les contaremos todo, ¿eh?”

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/b

dimecres, 12 de juny del 2024

Variaciones sobre un tema de Sabra

‘Encontraré aquí mi añorado tesoro
y marcaré con mis pasos
vuelos entre lejanas estrellas
firmeza de arena
rugidos de vientos
y llantos de luna serena.’
Sabra

Arad, Naguev, desértico y frondoso,
mi amado sequedal
de arena y tamarindos, de oliveras,
de zorros y jojoba,
del pino, del ciprés.
del ibis y las aves migratorias.

En las noches de hielo, las estrellas
tachonan de puñales
la oscuridad azul del cielo raso.

De cobre pinta luna las palmeras;
bajo el sol, los reptiles
se cambian la camisa entre los cardos;
el beduino cabalga un dromedario...

Dura belleza inhóspita.
Mi tesoro y mi amor es esta tierra
donde vivo feliz y agradecida.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/

¿Y tú qué haces aquí, Limón?

Quevedo llama al ruiseñor: “flor con voz, voz pintada, silbo alado, ramillete cantor, lira animada, átomo volador…”

Todo esto que dice Quevedo del ruiseñor, puede decirse perfectamente también de Limón y, yo diría que aún más. Limón era antes un canario que, vete tú a saber qué nombre tendría. Pero desde que está conmigo se llama Limón y es “mi canario”. Bueno, también podría ser “mi canaria”, pues, la verdad, todavía no sé si es él o ella. Soy muy limitada en estos asuntos: no tengo ni idea acerca del sexo de los pajarillos. He oído decir que si cantan mucho son machos. Pues si es así, Limón debe serlo, porque cantar canta muchísimo. Pero como esto es lo de menos, intentaré contarte cómo es, qué hace, por qué está conmigo y por qué se llama Limón.

Limón es… !Precioso! Y ya me tendría que callar para que tú te lo imagines lo mejor que puedas, pero tirando a muy, muy bonito. Me temo que no le voy a hacer justicia, si intento describírtelo cómo es.

Pero mira, es… como una pelota pequeñita, pero no redonda, sino un poquito abombada, como la de rugby, pero en pequeño. Una pelotita pequeña, un poquito alargada, de color naranja. Bueno, predomina el naranja, pero tiene más colores. Por eso también se le puede llamar “voz pintada”, como hace Quevedo con el ruiseñor. ¿Te lo imaginas? Ponle en la cabecita dos ojitos redonditos, redonditos y negros, negros; ponle un poquitín  de amarillo y dos minimanchitas marrones. En el cuello lleva un collarín blanco, que no se te olvide. Ponle también dos alitas marrones, bordeadas de un ribetillo blanco. La cola es de larga otro tanto que su cuerpecillo y de un color amarillo que desciende aclarándose, hasta ser totalmente blanca en la puntita. Y… toda esta miniarquitectura de colores –caliente y viva, que cabría en el hueco de tu puño y a la que sentirías bombear como un corazoncito- se mantiene en dos patitas marrones y finísimas como el alambre fino. En fin…

Está conmigo desde hace quince días y porque él ha venido a mí. Entré un día en la cocina, medio despistada y sin saber muy bien a lo que iba, cuando  creí ver, en un rincón, algo diminuto que se movía. Abrí bien los ojos, me acerqué y, en efecto, me encontré una cosilla  policromada, asustadita y desvalida, como un  pajarito, nunca mejor dicho. “¿Qué haces tú aquí, Limón?”- le dije. Miré alrededor y, al ver que la puerta de la terraza estaba abierta, comprendí que el precioso regalo me vino volando desde el cielo.

No sé nada de su vida anterior. No sé si se escapó o fue abandonado. Cuando lo encontré, estaba asustado y sólo piaba. Ahora sé que está contento y feliz y que canta como un “divo” de la ópera, o una “diva” tal vez…  Es curioso cómo participa en las conversaciones que tengo con  mis amigos, cuando vienen de visita. Empezamos a hablar y, al momento, él empieza a modular su flauta con una bella melodía interminable. A veces parece un virtuoso del violín ejecutando un velocísimo y brillante “pizzicatto”. Sobre todo, es divertido cuando vienen mis tíos. Se las tiene tiesas con tía Clara. Ella le reprocha con voz cálida y cariñosa: “!Calla ya de una vez, que me tienes harta!” Y él le responde a contrapunto, con una hermosísima cascada de altibajos. Y ahí quedan los dos bordando un largo dueto afinadísimo. Después siempre se incorpora tío Valero, tranquilo y calmo: “¿Por qué no os callaréis los dos?” Al fin, entro yo, invitando a la calma y formamos un calco exacto de esas escenas de la ópera en que varios personajes cantan a la vez pero cada uno con su tema, independientemente el uno del otro.

Por cierto que “su tema” ya me lo sé de tanto oírlo:

“Piouí, piouí, piouí.

Tengo una jaula preciosa

con un azul balancín,

comedero con alpiste

y una fuente para mí.


Piouí, piouí, piouí.

Tengo una barra granate

desde donde canto así,

tengo otra abajo, amarilla,

que es donde voy a dormir.


Piouí, piouí, piouí.

Casi siempre estoy arriba

para mirar desde allí

pero voy de un sitio a otro

revoloteando sin fin.

 

Piouí,piouí,piouí.

Normalmente estoy tranquilo,

no me quejo, soy feliz,

tengo gente que me mima,

¿qué más podría pedir?

 

Piouí, piouí, piouí.

Me gusta mucho la música,

pues mi flauta afino así.

y el habla de los humanos

me causa placer oír.

 

Piouí,piouí,piouí.

Mas cuando barrunto extraños

o me los veo venir

tengo un nudo en la garganta

y mi corazón va a mil.

 

Piouí, piouí, piouí.

Si os ha gustado mi canto

y entregados aplaudís,

en cuanto haya terminado

os lo puedo repetir.

 

Piouí, piouí, piouí”.

… Y mientras tanto, no para. Sube, baja, se frota el pico repetidamente en la barra roja, vuela a uno y otro costado de la jaula, se posa brevemente en un barrote lateral girando el cuello y estirando el ala, vuelve, menea arriba y abajo su colita con frecuencia inalcanzable al ojo humano…Tan rápido  revolotea que si le hicieras una foto en ese momento, obtendrías un mandarino cargado de mil frutos maduros. Quedarían sus  mil cuerpecillos congelados en los mil espacios por donde pasó. Tan rápidamente se desplaza volando.

Y, ¿por qué saldría un mandarino, llamándose Limón? Pues porque es de color naranja.

Y ¿por qué se llama Limón y no Mandarina? Pues porque es un pequeño homenaje a mi tío Eutimio. Resulta que mi tío Eutimio, hace unos años y siendo yo una niña, tenía un canarito que se llamaba Limón y era de color limón.

Tan bien cantaba y me gustaba tanto que cuando me encontré con éste, acurrucadito en el rincón de la cocina, no pude por menos que decirle: “Y tú ¿qué haces aquí, LIMÓN?”

Félix



Imagen:https://www.blogger.com/

dijous, 6 de juny del 2024

En mi alma

En mi alma dispongo

de muchos aposentos amueblados

donde hospedo dichoso

a todas las personas que yo amo.

Mas, la suite principal, dulce amor mío,

la tengo reservada para ti.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/

dimecres, 5 de juny del 2024

Y no era un “sincamil”

Éramos tú y yo. Era un “seiscientos”. Muy difícil era.

Era un “bocata” de calamares, era una cerveza. Era un “autocine” y “Casablanca”-

-“¡Tócala otra vez, Sam!”

Y el coche de atrás encendió los faros y quedamos visibles.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com/