divendres, 24 de maig del 2024

Los ojos de Clemente.

Para lo que hay que ver, dijo Clemente, mejor es estar ciego.

Sus ojos se enfadaron tanto, tanto que dejaron sus cuencas y saltaron, echándose a rodar sueños abajo, mientras dormía el dueño insolidario.

En el fondo del valle, junto al río, la joven gallineta, los encontró redondos y los llevó, con corazón de madre, presurosa, a ocultar entre juncos, con el ánimo de colocarse encima y empollarlos,  ignorando la ingenua que eran hueros los ojos de Clemente.

Félix

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