Enemistados III
Se levantó temprano, antes que yo. Cuando llegué al lavabo, el muy ladino me había dejado escrito, con carmín, algo así en el espejo:
Mira cómo pasas tú también, jajaja.
Te quiero.
Tu amigo inseparable.
El Tiempo.
Y debajo, un corazón bien rojo.
De encontrármelo allí, ¡le habría roto el espejo en la cabeza a ese viejo caduco!
Félix
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