¿Nochebuena?
Era Nochebuena y habíamos terminado de cenar. Faltaba una
hora para la Misa del Gallo. Me asomé a la ventana y a la luz de la farola, contemplé
cómo descendían los copos mansamente como mariposas blancas. Las trochas del
día anterior se habían vuelto a llenar.
Los chiquillos nos habíamos citado en
la plaza junto a la fuente para iniciar el recorrido pidiendo el aguinaldo.
Quise estrenar los zuecos de madera, esparto y paciencia que mi abuelo había
confeccionado para mí. Cogí la bufanda de lana y me disponía a salir cuando mi
madre me obligó a ponerme aquel abrigo nuevo que nada me gustaba, además de un
gorro rojo y unos guantes del mismo color.
Íbamos de casa en casa golpeando panderetas y haciendo sonar los
almireces. Al llegar a una puerta, Eloy, que tenía la voz potente y buen oído,
decía en voz alta el nombre de la dueña y entonaba para que todos le siguiéramos…
Yo era el encargado de llevar el cestillo y ya iba medio lleno de
higos, manzanas, nueces, mazapanes y guirlaches, mientras que Isidro se
encargaba de recoger las escasas monedas de los más generosos.
Todo fue bien hasta que llegamos a la puerta de la “bruja”. Nos miramos
y en los ojos de todos había una interrogación asustadiza: ni Eloy ni ninguno
de nosotros sabía su nombre.
-¡Cristinaaaaa!, ¡Me lamo Cristinaaaaa!, -gritó de pronto “la bruja”
desde la oscura escalera, dejándonos sobrecogidos y espantados.
Allí, en la esquina, tembló la luz de la farola; allí, callaron
panderos y panderetas; allí, calló también la botella de anís que frotaba
Fortunato; de allí salimos disparados y dispersos; y allí perdió Cecilio su
zambomba, que no quiso volver a recoger, por más que le insistimos, después del
reagrupamiento y del resuello recobrado.
Félix
Imagen:https://www.blogger.com/
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada