Regalo
Una ninfa bellísima
o acaso una nereida
de su cueva de toba bajo
el agua
salía cantarina
sin sospechar siquiera
mi presencia.
Las percas y los lucios
cual milagro de Antonio
el de Lisboa
sacaban la cabeza
unánimes y enjutos
para oír las dulzuras,
manteniéndose erguidos,
verticales,
en su aleta caudal.
Absorto y en silencio
contuve cuanto pude
el aire en los pulmones
para no profanar con el
más leve ruido
aquella ensoñación.
Mas no pude evitar un
suspiro profundo
y al momento noté que me
deshabitaba:
Ella me supo entonces
y al verme, con sus
manos
cubrió sus blancos
senos.
Mientras se sumergía,
coseché
su púdica sonrisa
y el azul de sus ojos
en regalo fugaz.
Félix
Imagen:https://www.google.com/
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