A la prosa agonizante
Se acerca a medianoche,
la última de todas, pronunciando mi nombre.
Viene, guadaña en mano,
con una oruga sucia, en la cuenca del ojo.
Un lacrimal perenne alimenta el acuífero
de la Estigia, y en ella
los espectros asoman sus cabezas
y las ánimas todas, al son de la campana
que el buen Caronte tañe,
bailan pero lamentan la ausencia de los cuerpos.
Las lápidas resbalan en las tumbas
y queda el camposanto engalanado
de obscenos fuegos fatuos.
La carne tumefacta de la prosa
juega a esconderse detrás de los cipreses,
Un poema desnudo, que se quedó en los huesos
-“descansa en paz”- le dice.
Félix
Imagen:https://www.google.com/
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