Soneto quevedesco
Érase un hombre triste y
afligido,
un bípedo apocado y poca
cosa,
érase una ilusión muy
engañosa,
una mujer de aspecto muy
fingido.
Érase un hombrecillo
consentido
amante de los versos y la
prosa,
erase una mujer guapa y
vistosa
de las que al verla quitan
el sentido.
Un ratoncillo sin su queso
era,
un pobre pajarillo sin su
alpiste,
una planta sin flor, seca
y marchita.
Érase una mujer muy
altanera:
la propuesta de amor
pareció chiste
y al bípedo dejó sin una
cita.
Félix
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