Déjame entrar, beduina
Déjame entrar, beduina,
muchacha del desierto,
déjame entrar que vengo dolorido
y abrasado de vientos.
Te he visto junto al pozo del oasis
abrevar los camellos
y cuidar que las crías se amamanten.
Para beber el agua de tu cuenco
por las manos formado,
muchacha del desierto,
quiero llegar a ti,
que también del amor vengo sediento.
Tal vez ensayarás soñando cielos,
el rito del encuentro
mientras lavo los pies y la cabeza
y me unjo el cabello.
Déjame entrar, beduina,
muchacha del desierto,
que temblando estoy ante tu jaima,
abrasado en deseos.
Queso, miel y dátiles dulcísimos
me ofrecerás. Tu beso
y unos sorbos de leche
que ordeñaron tus manos con esmero.
Buceando en tus ojos de gacela
yo iniciaré mis sueños
enlazando mis manos con las tuyas
y descifrando la henna de tus dedos.
Quizá sueñe que brincan, cervatillos,
tus dos senos gemelos
triscando briznas tiernas,
y que saltan el seto
por tu túnica virgen
y que vienen gozosos a mi encuentro.
Félix
Imagen:https://www.google.com/
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