La frontera III
Vengo de la frontera o al menos eso creo.
Al borde de mi lecho sentado y bostezando
me rasco las costillas con la mano debajo
de este pijama a rayas o vestido de luto.
Inútilmente busco con mi planta desnuda
la zapatilla esquiva debajo de la cama.
Náufrago en el lavabo y el cepillo de dientes
en la boca –peligro, vosotros no lo hagáis-
me preparo la ducha, que salga agua caliente…
Y en este mismo instante, la trucha de la duda:
puede que esté soñando, la ducha no es la ducha,
o estoy dentro del mármol y oigo caer la lluvia
sobre los crisantemos y las flores de plástico
dejando el camposanto con olor a ciprés.
Félix
I
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