Siguen los cangilones dando vueltas.
Como buen borriquillo dando vueltas
muevo y muevo la noria de mi vida;
y cada cangilón uno tras otro
transporta y me derrama en abundancia
el agua de las dudas.
Proceden del subsuelo
del alma, y me cuestionan las verdades
que se dan como dogmas. La razón
conoce su impotencia
y, humilde y enfadada, se retira.
Hacia el mar se me van flotando ellas
cual barcos de papel a la deriva
y se abarrancarán probablemente
en la tierra del delta
de sedimentaciones seculares.
Siguen los cangilones dando vueltas,
la noria no se para;
como rucio ignorante y obediente
sigo andando en silencio.
Félix
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